¡CON TRUMP LA NATURALEZA BELICISTA DE ESTADOS UNIDOS NO CAMBIARÁ!
- Categoría: Artículo
- Escrito por Partido de la Solidaridad de Afganistán
- Publicado: Domingo, 05 Marzo 2017
Los ecos ensordecedores de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, esta vez más que en cualquier ocasión anterior, se han propagado por todas partes. Incluso para saber quién sería el ganador de las elecciones, algunos acudieron a perros, gatos y monos también (pusieron una foto de Hillary Clinton y Donald Trump delante de un mono. Éste señaló con su dedo hacia la foto de Trump, conforme él sería el futuro presidente). Tras haber ganado, Trump siempre intenta presentar una imagen diferente de sí mismo para engañar a la opinión pública, aunque antes de llegar a la Casa Blanca, para cumplir algunas de sus promesas demagógicas, haya empleado palabras condicionales como “no obstante” o “si…” . Está claro que Trump seguirá las mismas políticas que aplicaron los anteriores ocupantes del sillón presidencial, ya que el imperio de los Estados Unidos se ha consolidado gracias a las guerras y el terror. La asignación de tres generales con mala fama en el ejército estadounidense en puestos determinantes de la política exterior de Estados Unidos, nos da una pista de que Trump tiene la intención de llevar al mundo a una sinergia de fuego y sangre peor aún de la que ya sufrimos con Bush y Obama, en la que nuestro Afganistán sufrirá como ya sucedió en el pasado los graves efectos de éstas políticas de las grandes potencias.
La experiencia anterior con Obama, es una dirección que nos indica lo que nos deparará el futuro con Trump. Obama, como primer presidente negro que logró llegar a la Casa Blanca entre las lágrimas de felicidad de la comunidad negra, que confiaron en sus promesas y compromisos, fue una puerta de esperanza para un gran número de personas que no tenían un conocimiento muy profundo del organismo más importante de los Estados Unidos. El 20 de enero de 2017, Obama abandonó la presidencia al tiempo que la simpatía que despertaba entre la gente descendió hasta los niveles más bajos que se recuerdan, sobre todo entre la comunidad negra que estaba decepcionada e incrédula ante las sucesivas decisiones que tomó durante los 8 años de su mandato.
En medio de las elecciones de 2008, Obama se comprometió a poner fin al envío de tropas norteamericanas, a regularizar la situación financiera, cerrar la prisión de Guantánamo y extender la justicia social, pero el resultado fue bastante distinto: Las guerra en Afganistán e Iraq continuaron, Libia y Siria se convirtieron en ruinas y en un baño de sangre, se creó el DAESH como el movimiento más salvaje del siglo y se apoyaron los golpes de estado en países de Latinoamérica, África y Ucrania; la crisis económica continuó; la prisión de Guantánamo siguió en funcionamiento; las diferencias entre ricos y pobres se acrecentaron considerablemente, al tiempo que la brutal represión del movimiento “Ocupa Wall Street” y la comunidad negra continúa si cabe más desesperanzada que antes. Todo esto ha provocado que la deuda de Estados Unidos subiera a una cifra sideral de 20 mil millones de dólares, es decir la más alta del mundo, recayendo su peso sobre las clases más pobres del país. A pesar del legado bélico y terrorista de Obama, de manera incomprensible, fue merecedor de ganar el premio Nobel de la paz.
Cuando en 2008 unos afganos enviaron una carta abierta a Obama, dirigiéndose al pueblo norteamericano para felicitarles por haber elegido a un líder “excelente” e “inspirador” nos preguntamos si fue por ignorancia o por halagar a su “amo”, solo basta mirar atrás y avergonzarse por ver como las manos del presidente norteamericano están llenas de sangre por las decisiones tomadas.
Los escándalos electorales sobre Hillary Clinton y Donald Trump que se destaparon durante la campaña mostraron claramente al mundo lo degradado que está el sistema político de Estados Unidos. El gobierno norteamericano que se jacta de ser el amo del globo terráqueo y actúa como policía mundial, por dentro está tan podrido que es difícil imaginárselo como un buen árbitro. Los candidatos, en especial Trump, compararon la situación económica de la más grande economía mundial con la de los países del tercer mundo. El quebrantado estado del sistema de Estados Unidos se mostró en las alegaciones de fraude electoral y manipulación desde Rusia que se han convertido en los titulares de las noticias ensombreciendo la atmósfera política en la sociedad.
Mientras tanto las celebraciones de los políticos reaccionarios y activistas llamados: “activistas de Afganistán” fueron ridículas. La mayoría de estos políticos parecía más entusiasmados por la candidata Hillary Clinton, de hecho celebraban de antemano su éxito presidencial. El presidente afgano, Asharaf Ghani, pese a que su pais necesita ayuda entregaba 50.000$ mensuales al lobby de John Podesta, jefe de la campaña electoral de Clinton.
El 8 de noviembre de 2016, Mohamed Amin Mohamadi, jefe del “Partido Confianza de la Gente de Afganistán”, mediante su página de facebook felicitó a Clinton por su futuro éxito electoral. Sólo unos minutos antes de la llamada de felicitación que Clinton realizó a Trump, Anwarulhaq Ahadi en una entrevista concedida por la “Radio Libertad” habló con tanto entusiasmo y confianza en que Clinton ganaría, ¡como si en lugar de esta belicista, él mismo fuera a ocupar su puesto en la Casa Blanca! Y hay otros ejemplos más que podríamos citar.
Además, un grupo de mujeres llamadas: “activistas del país” imitando como las monas a las estadounidenses que pretenden ser feministas llamaron a la esperada victoria de Clinton, “la victoria de la mujer” quisieron que la gente olvidara que ella (Clinton) es aquella mujer que como ministro del Departamento de Estado, creó el ejército el más misógeno de la historia llamado, Estado Islámico (o en áraba, DAESH), entregándole el destino de la gente, sobre todo el de las mujeres libias, iraquíes, sirias y egipcias.
Pero lejos de los que esperaban, las negociaciones públicas y secretas provocaron la victoria de Trump que, consecuentemente, fueron un jarro de agua fría en el fuego de los sentimientos de los partidarios de Clinton.
¡Sí! Es un Millonario extravagante que está acusado de abusos sexuales y evasión de impuestos, que con sus promesas y mentiras electorales se ha instalado en la Casa Blanca. Pronto los incautos votantes estadounidenses se darán cuenta de la auténtica naturaleza de Trump. Él declaró que suspendería las bases militares de Estados Unidos en todas las partes del mundo e invertiría sus gastos en proyectos de infraestructura del país y también que obligaría a los capitalistas norteamericanos a invertir sus capitales en su propio país, para crear así más puestos de trabajo para un ejército de desempleados que asola al país. A pesar de estas promesas, “en cuanto llegue el tiempo de cosecha, ya te devolveré la deuda”, como las de Abdulah y Ghani son mentiras. Los gobiernos imperialistas prolongan su vida organizando guerras e invasiones para mantener las funciones del sistema. Trump también, al igual que su predecesor, seguirá las políticas belicistas y en el caso de que no fuera así, “el gobierno invisible” de Estados Unidos en el marco de las organizaciones de espionaje y seguridad determinarán su destino al igual que con John F. Kennedy. En Estados Unidos, donde el poder entre dos partidos mafiosos (Repúblicanos y Demócratas) se traspasa de mano en mano; el auténtico poder está concentrado en las garras de las empresas monopolistas, financieras y ultracapitalistas. Sea quien sea el presidente tiene la obligación de velar con uñas y dientes por sus intereses.
Como cualquier otro capitalista antipopular, Trump inculpó a las minorías étnicas y a los emigrantes de todas las desgracias, y como resultado ha causado el aumento del racismo y el odio hacia las minorías. El 29 de noviembre, Noam Chomsky se expresó al respecto, mediante un debate en persona en la TV Algeriana,: diciendo:
“No comparo la época de Trump con la de la Alemania de Weimar (del 1919 al 1933, etapa la que creó al organismo gubernamental de los nazis que posteriormente lograron tomar el poder). Hitler era sincero con su ideología y fue comprometido. Trump excepto a sí mismo, no reconoce a ninguna otra ideología. Si contemplamos el comportamiento de los europeos, cualquier partido nacionalista derechista y neonazi está contento y emocionado por la victoria del actual presidente estadounidense.”
Está claro que, durante un tiempo Trump con sus mentiras reducirá la furia y los levantamientos del pueblo norteamericano, pero los ciudadanos de este país no tardarán en salir a las calles para protestar por estar hartos de una situación económica terrible y por la sobreexplotación brutal a la que se somete a la clase trabajadora. Como respuesta, Trump contará con el apoyo de la policía y el ejército, justo lo que Obama hizo para reprimir las protestas de los negros y los indios que protestaron contra las construcciones de los oleoductos en Dakota, Estados Unidos, y que todavía continúa.
En una entrevista concedida a la televisíon “RT”, John Pilger, un periodista australiano concienciado del futuro que nos espera con Trump dice así:
“No está claro que Trump sea el mejor. Él dice que está contra el sistema, pero aplicará su propio sistema. No puedo creer ni siquiera por un sólo segundo que sea contra el sistema total de Estados Unidos, en realidad él está hecho por el mismo sistema. La verdad es que no había otra persona a la que pudiera votar la gente.”