LA VIDA DE MISERIA DE LOS EMIGRANTES QUE REGRESAN DE PAKISTÁN
- Categoría: Artículo
- Escrito por Maryam Marwa
- Publicado: Lunes, 20 Febrero 2017
Un enorme grupo de emigrantes afganos que regresó desde Pakistán están viviendo en la región Ab-e-kariz, (zona de Polcharkhi) en una situación muy grave. Desde hace 3 meses decenas de familias expatriadas que están llegando a esta zona, están construyéndose refugios en un invierno de temperaturas muy bajas.
La preocupación se refleja en los rostros de las mujeres, las manos quebradas de los pobres niños y la situación tan grave en la que se encuentran golpearía con fuerza el corazón de cualquier ser humano con conciencia. Estas familias viven en tiendas de campaña y barracas con mucha humedad, que normalmente huelen a podrido y no son un sitio ni siquiera apto para los animales. Es difícil imaginar una vida más dura que la que tienen estas familias. Sus hijos no tienen acceso a las escuelas ya que están ocupados desde la madrugada hasta la noche con duros trabajos como el de construir sus barracas, recoger basuras y traer agua desde muy lejos. En esta región solo unas cuantas barracas cuentan con pozos de agua y el resto de la gente debe recorrer una gran distancia para conseguirla. El pasado 29 de noviembre de 2016, fui a visitar a algunos de estos compatriotas y en nuestras conversaciones escuché el desconsuelo de sus corazones que a continuación expongo:
Hace 2 meses, Mohmad Rasool de 65 años volvió de Pakistán con su familia y ahora vive en una habitación muy fría y oscura con su mujer y 8 de sus hijos pasando una vida muy dura. Él es de la provincia de Baghlan, pero debido a la falta de seguridad, no tiene otro remedio que vivir en Polcharkhi. En total tiene 10 hijos, sus dos hijos mayores, Khuda-Dad de 28 años y Sakhi-Dad de 24 años, viven con sus familias luchando contra la pobreza para poder sobrevivir. Sus dos hijos menores, Mohamad Azam de 13 años y Maula-Dad de 11 años, son los que mantienen a la familia.
Kuda-Dad hace mucho tiempo que enfermó, sufriendo dolencias en los riñones y estómago pero la falta de recursos económicos le impide llevar a cabo su tratamiento. Con mucha dificultad mantiene a sus dos hijos pequeños, Abdul Hamed y Abdul Wahid.
Cuando Sakhi Dad estaba en Pakistán trabajaba muy duro, pero ahora está sin trabajo y está intentando construir una barraca pequeña antes de que caiga la nieve para que cobijar a su hermano y a sus hijos. Él también tiene 2 hijos, Hamid-Ulah de 3 años y Zar Bibi de 1 año.
Shahpari, la anciana mujer de Mohamad Rasool, tenía las manos frias y demacradas, su rostro mostraba que hacía tiempo que no se había podido lavar la cara y me explicó:
“Nosotros estamos contentos de haber vuelto a nuestra patria y nuestro pensamiento está traquilo. ¡Pero por Dios! Nuestos hijos morirán por el frío y no tenemos ni siquiera agua para beber y a nadie le importa.”
Mir Hamzah, un sr. mayor, se acercó a nosotros cerca de la casa de Mohamad Rasool y así nos relató las dificultades de su vida:
“Hace tres meses volví de Pakistán y soy de la provincia de Baghlan, pero a causa de la guerra no he podido ir. Y vosotros estáis viendo cómo lo estamos pasando en este desierto.”
Mir Hamzah es otro señor mayor que tiene seis hijos. Como él no tiene fuerzas para trabajar, sus dos hijos pequeños, Hasan Allah de 11 años y Mohamad de 9 años, tienen que mantener a toda la familia. Para conseguirlo, todos los días deben de revolver en las basuras para recoger papeles y chatarra para salvar a su familia de la pobreza.
Mientras hablaba con ellos, vi a un hombre anciano sentado sobre una hamaca que miraba hacia nosotros. Cuando me acerqué a él, se puso muy contento y me dijo: “¿Podéis ayudarme?” Se llamaba Mohamad Rahim y tiene un único hijo, Akhtar Mohmad de 35 años, con el que convive en una barraca muy fría y húmeda.
Akhtar Mohamad es la única esperanza que mantiene a toda su familia de 7 miembros. Trabaja como vendedor ambulante en las calles de la ciudad de Kabul hasta que anochece. Tiene cinco hijos: Zahra, Zakera , Zelaikha , Nazar Mohmad y Amir Mohmad.
En un otro rincón de la zona vive Khan Agha de 70 años, hacía 15 días que había vuelto de Pakistán con una familia de trece personas que están viviendo en una habitación medio destruida y alquilada sin tener cubiertas su necesidades primarias. Él es de la provincia de kunduz, pero a causa de las guerras no puede ir. El único que mantiene a su familia, es su hijo, Mohmad Aslam de 20 años. Él se gana la vida vendiendo vestidos de segunda mano con su carro.
Gul Badam, la mujer de Khan Agha, a la que claramente se le notaba la preocupación y el sufrimiento en su cara, y que debido al frío tenía sus manos escondidas bajo su vestido, me dijo:
“Mis hijos están llorando por el frío, pero yo no tengo ninguna solución para poder calentarlos.”
El gobierno de Abdulah y Ghani alardea de haber ayudado a los emigrantes, pero en la práctica no tiene ningún proyecto para satisfacer sus necesidades básicas. El dinero público, que debería haber sido dedicado al servicio de esta gente, va a parar a los bolsillos de los centenares de asesores y asesores de éstos. El gobierno antinacional dominante, en vez de asignar un presupuesto para los emigrantes oprimidos, han asignado el 6% del total del presupuesto nacional para el llamado “código de precaución”, en efecto, es el dinero que se gasta en malversación del Arg (palacio presidencial) y para sobornos a unos cuantos criminales poderosos.